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viernes, 25 de junio de 2010

DIMENSIONES DEL SER HUMANO

Muchas veces se ha hablado de ser humano como un ser de dos dimensiones: el cuerpo y el alma. Quienes no creen en el alma, han reducido a la persona a un ser con dimensión física.
Quienes hablan del humano como un ser bidimensional (alma-cuerpo) muchas veces han creído que el alma esta desligada del cuerpo y viceversa.
Sin embargo, existe una posición más completa que habla del ser humano como una entidad que posee cuatro dimensiones: física, mental, emocional y espiritual. Estas cuatro dimensiones están intimamamente ligadas: si, por ejemplo, una persona tiene una dolencia física, esta dolencia también afecta su estado mental, emocional y espiritual. O si una persona sufre de un problema emocional, este problema afecta sus dimensiones física, mental y espiritual.
Veamos a continuación en que consiste cada una de estas dimensiones:
- La Dimensión física se relaciona con el aspecto corporal del ser humano (fisiología, organos, sistemas, etc). Es lo más concreto.
- La dimensión mental está relacionada con las ideas, los pensamientos, lo cognitivo...
- La dimensión emocional tiene relación con las emociones, los sentimientos, también se le llama dimensión energética, porque el movimiento energético tiene relación con las emociones y viceversa.
- La dimensión espiritual se reaciona con el alma, el Ser. Es la dimensión más sutil, la de más alto rango.
Las cuatro dimensiones están intimamente relacionadas. Una afecta a la otra, una favorece a la otra. No puede separarse una dimensión de otra.
El ser humano viene al mundo a evolucionar en niveles de conciencia, pero cada cual viene con mayor o menor grado de avance. La idea es que en las vidas que experimentamos encarnación tras encarnación, vayamos superándonos cada vez más, vayamos elevando nuestro nivel de conciencia. Para lograr alcanzar los mayores grados de elevación espiritual, es necesario tener un cuerpo físico saludable, una mente libre de ataduras, unas emociones equilibradas. Nuestras vidas nos permiten ir dominando estos estadíos y todo depende de nosotros mismos. Somos nosotros quienes nos permitimos despertar poco a poco de nuestro letargo: nos damos cuenta de que está en nuestras manos avanzar y desligarnos de todo aquello que no nos deja trascender.